Que no hacer para Reforzar las Conductas Agresivas
En esta entrega les comento sobre los castigos que normalmente le damos a nuestros hijos, los cuales según los especialistas lo que hacen es acrecentar mas dicha conducta, se que es difícil porque así nos han criado, pero debemos probar y cambiar para ver si así la situación mejora... ¡Intentemoslo!
1.- Castigo Físico
Al aplicar el castigo físico tendríamos que dar, por ejemplo, un azote una vez que el niño se ha comportado agresivamente. Concretamente en el caso del comportamiento agresivo, es al técnica menos indicada por lo contraproducente que puede llegar a ser. Y es que ocurre que el castigo físico puede tener una serie de efectos colaterales que lo contraindican. De hecho, es el método menos afectivo para cambiar la conducta del niño.
Presentamos algunas de las razones por la no se aconseja el castigo físico para este trastorno:
a.- Imagínese la contradicción que representa el padre que da un azote a su hijo para decirle que deje de pegar al hermano. ¡Esta modelando precisamente la conducta que desea eliminar! Posiblemente el niño aprenda que el ataque físico es un medio legitimo de conseguir lo que se quiere y de controlar a los otros igual que lo hace su padre.
b.- Los métodos físicos de castigo suelen conducir a la hostilidad a muchos de los niños a quienes se les aplica.
c.- Si son los padres quienes aplican castigo físico constantemente puede ocurrir que estén enseñando al niño a que les tema y le desagraden, ya que cualquier estimulo asociado con el castigo tiende a convertirse en algo desagradable.
d.- El castigo puede suprimir momentáneamente la conducta agresiva, pero los efectos a largo plazo son menos atractivos. Se ha demostrado que los delincuentes han sido normalmente victimas de más ataques de adultos que los no delincuentes.
En definitiva, no es aconsejable la aplicación sistemática de castigo porque sus efectos son generalmente negativos; se imita la agresividad, aumenta la ansiedad del niño, y se incrementan las conductas de evitación.
2.- Reprimendas
Otra forma menos contraproducente de aplicar castigo positivo es mediante estímulos verbales como reprimendas o gritos. Puesto que las reprimendas no causan daños físicos es un tipo castigo menos censurable que el castigo físico. Si se utiliza sistemáticamente puede resultar una técnica eficaz para reducir la conducta agresiva. Las reprimendas pueden consistir en un simple ¡No!. Para que resulte eficaz:
a.- Debe darse cada vez que se emita la conducta agresiva.
b.- La persona que suministra la reprimenda debe estar cerca físicamente del niño, y especificarle claramente cual es la conducta por la que se le reprende.
c.- Debe mirar al niño a los ojos, emplear una voz firme y sujetarle firmemente mientras le reprende.
d.- Debe ser seguida de elogios por comportarse adecuadamente después de la reprimenda.
Al aplicar el castigo físico tendríamos que dar, por ejemplo, un azote una vez que el niño se ha comportado agresivamente. Concretamente en el caso del comportamiento agresivo, es al técnica menos indicada por lo contraproducente que puede llegar a ser. Y es que ocurre que el castigo físico puede tener una serie de efectos colaterales que lo contraindican. De hecho, es el método menos afectivo para cambiar la conducta del niño.
Presentamos algunas de las razones por la no se aconseja el castigo físico para este trastorno:
a.- Imagínese la contradicción que representa el padre que da un azote a su hijo para decirle que deje de pegar al hermano. ¡Esta modelando precisamente la conducta que desea eliminar! Posiblemente el niño aprenda que el ataque físico es un medio legitimo de conseguir lo que se quiere y de controlar a los otros igual que lo hace su padre.
b.- Los métodos físicos de castigo suelen conducir a la hostilidad a muchos de los niños a quienes se les aplica.
c.- Si son los padres quienes aplican castigo físico constantemente puede ocurrir que estén enseñando al niño a que les tema y le desagraden, ya que cualquier estimulo asociado con el castigo tiende a convertirse en algo desagradable.
d.- El castigo puede suprimir momentáneamente la conducta agresiva, pero los efectos a largo plazo son menos atractivos. Se ha demostrado que los delincuentes han sido normalmente victimas de más ataques de adultos que los no delincuentes.
En definitiva, no es aconsejable la aplicación sistemática de castigo porque sus efectos son generalmente negativos; se imita la agresividad, aumenta la ansiedad del niño, y se incrementan las conductas de evitación.
2.- Reprimendas
Otra forma menos contraproducente de aplicar castigo positivo es mediante estímulos verbales como reprimendas o gritos. Puesto que las reprimendas no causan daños físicos es un tipo castigo menos censurable que el castigo físico. Si se utiliza sistemáticamente puede resultar una técnica eficaz para reducir la conducta agresiva. Las reprimendas pueden consistir en un simple ¡No!. Para que resulte eficaz:
a.- Debe darse cada vez que se emita la conducta agresiva.
b.- La persona que suministra la reprimenda debe estar cerca físicamente del niño, y especificarle claramente cual es la conducta por la que se le reprende.
c.- Debe mirar al niño a los ojos, emplear una voz firme y sujetarle firmemente mientras le reprende.
d.- Debe ser seguida de elogios por comportarse adecuadamente después de la reprimenda.