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La Conciencia Espiritual, III Parte del Artículo "La Diferenciación de las Conciencias"

¿A qué responde la conciencia espiritual? Responde a un movimiento del espíritu, el espíritu que lo mueve todo, que se mueve y que mueve todo de una manera creativa. Todo está sometido a este movimiento sin importar si ése es o no nuestro deseo, sin importar si nos sometemos o nos resistimos a él. La pregunta es si nosotros nos percibimos en sintonía con este movimiento, si nos sometemos a él de buena gana y si permanecemos sabiamente en sintonía con él. Es decir, si hemos llegado al punto en el que sólo nos movemos, pensamos, sentimos y actuamos dándonos cuenta de que estamos siendo conducidos, llevados y movidos por él.
¿Qué sucede con nosotros cuando sabemos que estamos en sintonía con ese movimiento? ¿Qué sucede con nosotros cuando quizás nuestro deseo es el de alejarnos de ese movimiento porque su reivindicación nos parece demasiado grande y nos provoca miedo?
Podemos comparar lo que experimentamos en relación a la conciencia espiritual con aquello que experimentamos con nuestra conciencia personal. Si experimentamos estar en sintonía con los movimientos del espíritu nos sentimos bien, sobre todo nos sentimos calmados y sin preocupaciones. Sabemos cuál será nuestro próximo paso y tenemos la fuerza para darlo. Eso sería, por así decirlo, tener buena conciencia espiritual.
En relación a la conciencia personal sabemos inmediatamente si estamos en sintonía o no. Sin embargo ese conocimiento es aquí espiritual. La buena conciencia es aquí la entrega sabia a un movimiento espiritual.
¿Qué es ese movimiento espiritual? Es un movimiento de dedicación a todo tal como es, que está de acuerdo con la dedicación del espíritu a todo tal como es. ¿Cómo es que experimentamos, entonces, mala conciencia espiritual - aquí se trata nuevamente de algo análogo al sentimiento de culpa de nuestra conciencia personal? ¿Cómo sentimos la mala conciencia espiritual? La sentimos como inquietud, como bloqueo espiritual. No nos reconocemos, no sabemos qué es lo que podemos hacer y nos sentimos sin fuerza.
¿En qué ocasiones tenemos especialmente mala conciencia espiritual? Cuando nos desviamos del amor espiritual. Por ejemplo, cuando excluimos a alguien de nuestra dedicación y de nuestra benevolencia. En esos momentos perdemos la sintonía con el movimiento del espíritu, nos entregamos a nosotros mismos y tenemos mala conciencia.
Sin embargo, como ocurre con la conciencia personal, la mala conciencia está aquí también al servicio de la buena conciencia. Ella nos reconduce a través de su efecto hacia la sintonía con los movimientos del espíritu, hasta que estemos nuevamente calmados y nos hagamos uno con su movimiento de dedicación y amor por todos y por todo, tal como es.


¿Qué significa esto para las Constelaciones Familiares? ¿Cómo se muestra ese amor?

En primer lugar, llamo la atención sobre el hecho de que los movimientos del espíritu en las Constelaciones Familiares se manifiestan de manera expresiva. Son vividos y se hacen visibles a través de los representantes y también a través de aquellos que observan esos movimientos. Esto significa que los movimientos del espíritu son percibidos en primer lugar por los representantes y a través de ellos también por aquellos que observan esos movimientos, y quizás éstos mismos sean atraídos y afectados por ellos.

Por eso, el procedimiento de las Constelaciones Familiares del espíritu es otro, diferente de aquel que muchas personas asocian con ellas. Aquí ya no se coloca a la familia de manera que alguien elige de un grupo a representantes para los distintos miembros y enseguida los posiciona en un espacio unos en relación a otros. Aquí se coloca solamente a una persona, por ejemplo al cliente o a su representante, y quizás a una segunda persona, por ejemplo su pareja. Y no es que cada uno sea posicionado en el sentido habitual, en relación con el otro. Únicamente se le coloca, por ejemplo a cierta distancia frente al otro. Aquí no existen reglas e intenciones. El cliente o su representante y las otras personas adicionales son solamente colocados.

De pronto, son atrapados por un movimiento que no pueden conducir. Ese movimiento viene de fuera aunque también es vivido como si viniera de dentro. Esto significa que esas personas tienen la vivencia de estar en sintonía con una fuerza que pone algo en movimiento a través de ellas. Sin embargo eso acontece solamente si permanecen concentrados, sin intenciones propias y  sin miedo a que aquello aparezca. Tan pronto entran en juego las intenciones propias, por ejemplo, las intenciones de ayudar a alguien, o el miedo de que aquello pueda salir a la luz y la inquietud sobre adónde va a conducir, la conexión con los movimientos del espíritu se pierde. También la concentración de los observadores se pierde. Por ejemplo, se inquietan.

Después de un cierto tiempo, a través de los movimientos de los representantes será perceptible si es necesario añadir a otra persona. Por ejemplo, cuando uno de ellos mira hacia al suelo significa que está mirando a una persona muerta. Entonces se elige a un representante que se tumba boca arriba en el suelo frente al primero. Si un representante mira intensamente en una dirección se coloca a alguien frente a él justo en el punto hacia donde está mirando.

Los movimientos de los representantes son muy lentos. Cuando una persona se mueve con rapideces que está siendo impulsada por una intención y ya no se encuentra en sintonía con los movimientos del espíritu. No está centrada y ya no podemos confiar, necesitamos sustituirla por otro representante.

Sobre todo el constelador necesita abstenerse de sus intenciones e interpretaciones y también permitirse ser invadido por los movimientos del espíritu. Es decir, solo actúa dejándose llevar claramente hacia el siguiente paso o hasta una frase que él mismo dice o que ofrece a un representante para que él la diga.

Además, recibe continuamente a través de los movimientos de los representantes indicaciones sobre aquello que está pasando dentro de  ellos y hacia dónde les conducen o deben conducirlos sus movimientos.

Por ejemplo, un representante se aleja del representante de una persona muerta que está tumbada frente a él o desea cambiar de lugar. El constelador interviene después de cierto tiempo y le conduce de vuelta a su sitio. Eso quiere decir que el constelador no lo deja todo al criterio de los representantes. Él también, como ellos, está al servicio de los movimientos del espíritu y muchas veces los sigue de manera irresistible cuando interviene con una frase o haciendo algo.

¿Hacia dónde conducen esos movimientos del espíritu? 

Unen lo que antes estaba separado y son siempre movimientos de amor. Esos movimientos no necesitan siempre ser conducidos hasta el final. Es suficiente cuando se hace visible hacia donde conducen. Por eso las Constelaciones muchas veces permanecen incompletas y abiertas. Es suficiente con que hayan entrado en movimiento, nosotros necesitamos confiar en que ellas proseguirán pues estos movimientos no muestran solamente una cosa, por ejemplo, la solución de un problema. Son movimientos de curación decisivos y, como la curación, por lo general necesitan también su tiempo. Son el inicio de un movimiento de cura.

Las Constelaciones Familiares en sintonía con los movimientos del espíritu presuponen que sobre todo el constelador permanece en sintonía con esos movimientos. Es decir, que en primer lugar se dedica a todos con el mismo amor, más allá de los límites de la diferenciación entre bueno y malo. Sólo puede hacerlo si antes aprendió a prestar atención a los movimientos del espíritu dentro de sí mismo, de manera que percibe inmediatamente cuándo se ha desviado del amor. Por ejemplo, cuando quiere internamente atribuir culpa a un hecho o cuando siente lastima de la persona por aquello por lo que ella necesita sufrir. Desviaciones de ese amor las experimentamos dentro de nosotros continuamente. Sin embargo, seremos reconducidos a la sintonía con el amor por todo, tal como es, cuando hayamos aprendido a prestar atención a los movimientos de la conciencia espiritual y a someternos a su disciplina.

Traducción del alemán al portugués por Tsuyuko Jinno-Spelter. Revisión: Wilma Costa G. Oliveira.
Traducción del portugués al español: Marly Aparecida Ferreira de Assis. Revisión: Teresa Muñoz Sebastián.
Adaptado de acuerdo con el articulo enviado por Bert Hellinger el día 10/10/2007.

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