La Conciencia Colectiva, II Parte del Artículo "La Diferenciación de las Conciencias"
Por detrás de la
conciencia que sentimos, aun actúa otra conciencia. Es una conciencia
poderosa mucho más fuerte en su efecto que la conciencia personal. Sin embargo,
en nuestros sentimientos es relativamente inconsciente. ¿Por qué? Porque en
nuestros sentimientos la conciencia personal tiene precedencia con
relación a esta segunda conciencia.
La conciencia colectiva
es una conciencia grupal. Mientras que la conciencia personal es sentida por
cada individuo y está al servicio de su pertenencia y de su supervivencia
personal, la conciencia colectiva tiene en su campo de visión la familia y el
grupo como un todo. Está al servicio de la supervivencia del grupo entero,
aunque para eso algunos necesiten ser sacrificados. Está al servicio de la
totalidad de ese grupo y de los órdenes que aseguran su supervivencia de
la mejor forma posible...
Cuando el interés de
cada individuo se contrapone al interés del grupo la conciencia personal
también se contrapone a la conciencia colectiva.
La totalidad.
¿Al servicio de qué
órdenes está la conciencia colectiva y cómo los impone?
El primer orden al cual
sirve esta conciencia es que todo miembro de una familia tiene el mismo derecho a
pertenecer. Si un miembro es excluido no importan los motivos; más adelante
otro miembro de la familia necesitará representar a la persona excluida.
La conciencia colectiva
aparece, cuando se la compara con la conciencia personal, como amoral e
inmoral; eso significa que para ella no hay diferencia entre bueno y malo, y
tampoco entre culpable e inocente. Por otro lado, protege a todos de la misma
manera. Quiere proteger su derecho a pertenecer, o restablecerlo si fue negado.
¿Qué acontece cuando ese
derecho es negado a un miembro de la familia? De cierta manera él es
reconducido al grupo por esa conciencia en la medida en que otro miembro dentro
de la familia necesita representarlo sin ser consciente de ello.
¿Cómo sucede esto? Otro
miembro de la familia asume el destino de la persona excluida representándola.
Piensa como lo haría esa persona excluida, tiene sentimientos similares, vive
de manera semejante, enferma de un modo parecido, incluso muere de modo
parecido. Ese miembro familiar está de esa manera al servicio de la persona
excluida y representa sus derechos. Es poseída, por así decirlo, por la persona
excluida sin, por otra parte, perderse a sí mismo. En cuanto la persona
excluida recupera su lugar ese miembro de la familia se libera de ella.
No es que la persona
excluida quiera ser representada de esa manera, aunque esto también se da
algunas veces, si ella desea algo malo para alguien de la familia. En primera
instancia es la conciencia quien actúa y desea la representación y la
implicación. Quiere devolver la integridad al grupo.
Aquí existe el peligro
de que imaginemos esta conciencia como si fuera una persona, como si tuviera
metas personales y las persiguiera después de una reflexión profunda. Esta
conciencia actúa como un instinto. Un instinto grupal que quiere solamente una
cosa: salvar y restablecer la totalidad. Por eso es ciego en la elección
de sus medios.
La pertenencia más allá de la muerte.
Podemos reconocer a las
personas que son influenciadas e impulsadas por esa conciencia cuando son
atraídas para representar a miembros familiares excluidos. En ese sentido,
necesitamos considerar que nadie pierde su derecho a pertenecer ni siquiera con
su muerte. Esto significa que los miembros de la familia ya muertos son
considerados por esa conciencia de la misma manera que los vivos. Nadie es
separado de su familia a través de la muerte. La familia acoge igualmente
a sus miembros vivos y muertos. Esa conciencia también puede traer de vuelta a
la familia a los miembros muertos si fueron excluidos, sí, principalmente a
ellos. Por lo tanto, eso significa que alguien, en efecto, pierde su vida a
través de la muerte pero nunca su pertenencia.
¿Quién pertenece? Ahora
es hora de enumerar a las personas que pertenecen a la familia abarcada y
conducida por una conciencia colectiva común. Voy a empezar con los que están
más próximos: los miembros familiares que están sujetos a esa conciencia
pertenecen.
1. Los hijos, es decir,
nosotros, nuestros hermanos y hermanas. A nuestros hermanos pertenecen también
los que nacieron muertos, los hermanos que fueron abortados y frecuentemente
los abortos espontáneos; en este último caso, a menudo existe la idea de que
podemos excluirlos. También forman parte los hermanos de los que se desconoce
la existencia y los que fueron entregados a otras personas. Para la conciencia
todos ellos forman parte completamente, ella se ocupa de recordarlos y de
traerlos de vuelta a la familia. Son traídos de vuelta a la familia de manera
ciega, sin tener en consideración las justificaciones y los deseos.
2. Del nivel superior al
de los hijos forman parte los padres y sus hermanos biológicos. Aquí también
nos referimos a todos sus hermanos y hermanas, tal como se ha enumerado en el
caso de los hijos. También las parejas anteriores de los padres forman parte.
Si son rechazadas o excluidas, aunque estén muertas, serán representadas por
uno de los hijos hasta que sean recordadas y reconducidas a la familia con
amor.
Sólo el amor libera.
Ahora me gustaría interrumpir la enumeración y hablar de cómo los excluidos
pueden ser traídos de vuelta. Sólo el amor es capaz de ello.
¿Qué amor? El amor
pleno. Éste es sentido como dedicación al otro tal como es. También es sentido
como duelo por la pérdida. Es sentido especialmente como dolor por aquel mal
que, por ventura, hicimos al otro. Lo sentimos también si ese amor alcanza al
otro, si sirve para la reconciliación, si deja al otro en paz y si éste asume
su lugar. Entonces esa conciencia está al servicio del amor, al servicio del
mismo amor para todos los que forman parte de esa familia.
¿Quién más pertenece a
la familia? Ahora voy a seguir con la enumeración de aquellos que pertenecen a
la familia porque ellos también son abarcados y protegidos por esa conciencia.
3. Del siguiente nivel,
superior al anterior, forman parte los abuelos pero sin sus hermanos, a no ser
que éstos tuvieran un destino especial. Las anteriores parejas de los abuelos
también forman parte.
4. También puede formar
parte alguno de los bisabuelos, pero esto es más raro.
5. Además, forman parte
de nuestra familia aquellos a través de cuya muerte o de cuyo destino la familia
obtuvo ventajas. Por ejemplo, en el caso de una herencia considerable. También
forman parte aquellos al precio de cuya salud y vida la familia se enriqueció.
6. En este contexto,
forman asimismo parte de nuestra familia aquellos que fueron víctimas de actos
violentos a través de miembros de nuestra familia, especialmente aquellos que
fueron asesinados. La familia necesita mirar también hacia ellos con amor y
dolor.
7. Por último, algo que
para algunos puede ser un desafío. Si miembros de la familia fueron víctimas de
crímenes, principalmente si perdieron la vida, los asesinos también forman
parte de nuestra familia. Si son excluidos o rechazados serán también
representados por miembros de la familia por presión de la conciencia
colectiva.
Quizás pueda aquí llamar
la atención el hecho de que tantos asesinos se sientan atraídos por sus
víctimas, al igual que también las víctimas por sus asesinos. La conciencia
colectiva no hace diferenciaciones aquí tampoco.
La jerarquía.
El equilibrio.
Vuelvo a hablar de los órdenes de la conciencia colectiva y diré algo sobre el segundo orden que está al servicio de la conciencia y que intenta restaurarla cuando es herida.
Ese orden expresa que cada individuo del grupo debe y necesita asumir el lugar que le pertenece de acuerdo con su edad. Eso significa que aquellos que vinieron antes tienen precedencia con relación a los que vinieron más tarde. Por ello lo padres tienen precedencia sobre los hijos y el primer hijo tiene precedencia sobre el segundo. Por lo tanto, cada uno tiene su propio lugar, que le pertenece solamente a él. Con el transcurso del tiempo, uno se traslada de abajo a arriba dentro de la jerarquía hasta crear su propia familia y dentro de ella inmediatamente asume con su pareja el primer lugar.
Aquí se impone además otra jerarquía, una jerarquía entre las familias, por ejemplo, entre la familia de origen y la nueva familia. Ahora la nueva familia tiene primacía sobre la antigua.
Este orden también es válido si uno de los padres durante el matrimonio tiene una relación con otra persona de la cual nace un niño. Con ello se crea una nueva familia, que tiene prioridad en relación a la primera.
La familia posterior no anula el vínculo con la anterior, así como una nueva familia no anula el vínculo con la de origen. Sin embargo, tiene prioridad en relación a ella.
La violación de la jerarquía y sus consecuencias
la jerarquía es violada cuando alguien que llegó después quiere asumir una posición superior a la que le corresponde dentro del orden jerárquico. Esa violación del orden jerárquico es en realidad, como se sabe, el orgullo que precede a la caída.
Las violaciones más frecuentes de la jerarquía las observamos en los niños. En primer lugar cuando ellos se elevan por encima de los padres; por ejemplo, cuando se sienten mejores que sus padres y se comportan como si lo fueran, se trata de una violación de la jerarquía sin amor.
Esta jerarquía es violada sobre todo cuando el niño quiere asumir algo que corresponde a sus padres, por ejemplo, cuando enferma en lugar de ellos y quiere morirse. Entonces la jerarquía es violada con amor. Sin embargo, ese amor no protege al niño de las consecuencias que tiene su transgresión del orden.
Lo trágico de ello es que el niño transgrede el orden con buena conciencia. Es decir, bajo la influencia de la conciencia personal el niño se siente especialmente inocente y bueno al realizar esa transgresión. Esto significa también que a través de ella se siente perteneciente de una manera especial.
Por lo tanto, aquí esas dos conciencias se oponen. La jerarquía que impone y protege la conciencia colectiva es violada en sintonía con la conciencia personal. Aquí la conciencia personal impulsa a alguien a transgredir ese orden y sufrir las consecuencias de esa transgresión.
¿Cuáles son las consecuencias de esa transgresión?
La primera consecuencia es el fracaso. La persona que se coloca por encima de sus padres, sea con amor o sin amor, fracasa. Esto es válido no solamente dentro de la familia sino también en otros grupos, por ejemplo en organizaciones. Muchas organizaciones fracasan a causa de conflictos internos en los que una persona que se ha incorporado últimamente o un departamento creado posteriormente se colocan por encima dentro de la jerarquía de otra persona o de otro departamento que tienen precedencia.
En verdad, el fracaso como consecuencia de una violación de la jerarquía es la muerte. El héroe trágico quiere asumir algo por aquellos que le precedieron. Pero él no sólo fracasa: él muere.
Vemos algo semejante en los niños que cargan con algo, queriendo asumir aquello que corresponde a los padres. Estos niños se dicen internamente: “mejor yo que tú”. ¿Qué es lo que está realmente contenido en esa frase? Esa frase significa “yo me muero en tu lugar”.
La jerarquía es el orden de la paz. Está al servicio de la paz en la familia y en el grupo. Está, al final, al servicio del amor y de la vida.El equilibrio.
Antes de continuar
quiero decir algo sobre el equilibrio en esas dos conciencias. La necesidad de
equilibrio entre el dar y el tomar y entre la ganancia y la pérdida es también
un movimiento de la conciencia.
La conciencia personal
que sentimos como buena y mala conciencia se asemeja a los sentimientos de
culpa e inocencia y vela sobre el equilibrio entre tales sentimientos, por lo
tanto entre los sentimientos de culpa e inocencia y entre los sentimientos de
buena y mala conciencia. Aquí debo señalar que podemos alcanzar el equilibrio también
de otra manera. En lugar de devolver algo equivalente, como a veces no podemos
hacerlo, por ejemplo con nuestros padres, podemos también transmitir hacia
adelante algo equivalente, por ejemplo a nuestros hijos.
La expiación.
Nosotros equiparamos también
el dar y el tomar a través del sufrimiento. Éste también es un movimiento de la
conciencia. Si causamos un sufrimiento a alguien queremos también sufrir
nosotros mismos para equilibrar, y así después del sufrimiento tenemos
nuevamente una buena conciencia.
Esta forma de equilibrio
la conocemos como expiación. Sin embargo, debemos observar aquí que es una
auto-necesidad porque a través de ella no podemos dar realmente nada al otro.
Ahora bien, a través de esa expiación el otro frecuentemente no se siente tan
solo en el sufrimiento. Esta manera de equilibrar tiene poco o nada que ver con
el amor. Es antes que nada algo instintivo y ciego.
La venganza.
Tenemos necesidad de
equilibrio cuando alguien nos ha hecho algo malo, entonces queremos también hacerle
algo malo a él o a ella. Aquí la necesidad de equilibrio se transforma en una
necesidad de venganza. No obstante, la venganza se equilibra sólo en un primer
momento porque después despierta en todos los implicados nuevas necesidades de
venganza, perjudicándolos al final.
La cura.
También en la conciencia
colectiva existe el movimiento de equilibrio, sin embargo permanece ampliamente
oculto a nuestra conciencia. Quien necesita representar al excluido no sabe que
está contribuyendo al equilibrio.
El equilibrio aquí es el
movimiento de un todo superior que equipara de un modo impersonal, porque
aquellos que son atraídos para equilibrar son inocentes, en el sentido de la
conciencia personal.
Podemos comparar esa
forma de equilibrio a un proceso de cura. Aquí también algo que fue herido es
restaurado bajo la influencia de poderes superiores. La conciencia colectiva
quiere reintroducir algo que se perdió y de esa forma traer nuevamente el orden
y curar.
El alcance.
¿Hasta dónde alcanza la
conciencia colectiva? ¿Solamente pertenecen los muertos a quienes conocemos? ¿O
esa conciencia quiere traer de vuelta también a los excluidos de muchas
generaciones atrás? ¿Quizás hasta a nosotros mismos cómo éramos en una vida
anterior? ¿Quizás esté al servicio de un movimiento cósmico para el cual nada
que haya existido puede quedar perdido? ¿Violamos nosotros esa jerarquía a través
de nuestra creencia en el progreso, como si fuéramos mejores que nuestros
antepasados, Como si fuéramos superiores a ellos?
¿Qué es lo que acontece
con nosotros si no nos posicionamos internamente en el lugar adecuado para
nosotros, humildemente, en último lugar?
Si incluimos en nuestro
presente a todos aquellos que fueron excluidos sin importar cuáles fueron los
motivos y a aquellos que necesitaron morir antes de haber cumplido su tiempo
completo junto a aquellos otros a quienes aún les queda tiempo, entonces estaremos nosotros también completos
¿A que debemos prestar
atención en las Constelaciones Familiares en relación con la conciencia
colectiva?
En primer lugar, a no
excluir a nadie ni en nuestra familia ni en la familia del cliente y a buscar
en su familia y en la nuestra a los excluidos, mirándolos con amor y
poniéndolos en nuestro corazón. Podremos hacerlo solamente si hemos dejado
atrás la diferenciación entre bueno y malo, y si también ponemos a nuestros
hijos no nacidos dentro de nuestro campo de visión aunque esto sea difícil para
nosotros. En este punto, son tan necesarios el coraje como la claridad.
En segundo lugar, a
atenernos a la jerarquía. Es decir, que en primer lugar seamos conscientes de
que a través de nuestra ayuda nos convertimos temporalmente en un miembro de la
familia del cliente. Pero hemos llegado los últimos a esa familia y por eso
ocupamos el último lugar dentro de ella.
¿Qué sucede cuando un
facilitador se comporta como si ocupara el primer lugar y se coloca por encima
de los padres del cliente? Fracasa. El cliente también fracasa cuando viola la
jerarquía y el facilitador quizás le apoye en ello. Esto ocurre, por ejemplo,
cuando de una u otra manera se posiciona con el cliente en contra de sus
padres.
La violación de la
jerarquía algunas veces pone también en peligro la vida. Por ejemplo, cuando el
cliente asumió por sus padres algo que no le correspondía de acuerdo con la
jerarquía. Entonces, a veces, dice a sus padres: “yo en lugar de vosotros…”.
También para el
facilitador la violación de la jerarquía puede ser peligrosa. Por ejemplo,
cuando él asume por el cliente algo que éste necesita llevar solo. Entonces se
eleva por encima del cliente y quizás por encima de sus padres; como quizás
hizo cuando niño al intentar hacer algo por sus propios padres. Pero esto
sucede sobre todo cuando el facilitador siente que podría cambiar el destino de
un cliente o protegerlo. Solamente dentro de la jerarquía el facilitador
permanece en su fuerza y el cliente encuentra la solución adecuada, que aquí
tiene un doble sentido.
Traducción del alemán al portugués por Tsuyuko Jinno-Spelter. Revisión:
Wilma Costa G. Oliveira.
Traducción del portugués al español: Marly Aparecida Ferreira de Assis.
Revisión: Teresa Muñoz Sebastián.
Adaptado de acuerdo con el articulo enviado por Bert Hellinger el día
10/10/2007.